viernes, 30 de septiembre de 2011

Sean bienvenidos a octubre.




Hubo un tiempo en que la vorágine de la vida no me sacudía con fuerza ni me arrancaba de los brazos de alguien a quien quería, para arrojarme a una esquina de la habitación. De cuando los tiempos se pintaban en miles de millones de colores, con las pupilas dilatadas en eternas tardes de veranos incandescentes. Fue el tiempo el que me hizo ver que no era todo lluvia que caía sobre mí en forma de cortina, lo que corregía mi timidez en una cita, dónde el hombre aún no ha llegado a explorar. Fueron días de color y calor que dieron paso lentamente al gris invierno del "te echo de menos" y de la incertidumbre perpetua. Bienvenidos a octubre.

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