Y aprendí a vivir solo y a la deriva, como en antaño, siempre con el amor en la distancia.
Y aprendí a perderme en el humo de los bares, en las noches cerradas de septiembre, con una copa en la mano.
Y me prometí no dejarte marchar, para darme cuenta, de que muy a mi pesar, ya te habías ido.
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