viernes, 12 de noviembre de 2010

Where amazing happens

Eso dice la NBA para fomentar en ESPN y NBA TV su producto. Los partidos de la regular season hasta ahora. "where amazing happens". Una traducción sucia y sin mucho criterio como la mía, diría que dice, "Donde lo increíble/alucinante ocurre". Pues eso. Aquí por Granada, también hay mucho de "where amazing happens".
La semana ha ido bien. Anoche, tuve un amago de ponerme malo, con mi amigdala izquierda algo inflamada y molestandome al tragar. Viendo en las circunstancias en las que estaba cuando empezó a dolerme, sé qué hice lo correcto al irme a casa. Resulta que después de 4 horas de clase nos fuimos al primer cerveceo entre alumnos del Master. Y viendo que aquello se estaba yendo de las manos a los allí presentes, mejor recogerse en casa, que ya habrá tiempo. Eso sí, mis 3 cervezas me dio tiempo a tomarme.
No me termino de acostumbrar a madrugar tantísimo como esta semana. 7 de la mañana. Sé que hay mucho de vosotros que os levantaís casi antes, incluso atrevidos e intrépidos que van a misa pero no, eso no va conmigo. Y lo de la iglesia tampoco. Así que, marcando 1º en la puerta de casa asistí a esas prácticas de Matlab que yo creía que nunca más volvería ver, cuando un señor en la secretaría de la Universidad Católica San Antonio de Murcia me dio mi título de Ingeniero. Odio Matlab, tanto como cuando mi equipo pierde. O como cuando no encuentro algo que busco. Me parece una herramienta nada servible para hoy en día, por mucho que nos vendan la moto los profesores, es mi impresión. A la programación se le pide algo más.


Tengo unas tremendas ganas de jugar al baloncesto. Lo digo. Desde ya. Incrementada y cebada por las noches de NBA que me estoy pegando siguiendo a mis Celtics o a cualquier otro equipo ( qué ganas de que pierda Miami siempre) y lo increíble que puede llegar a estar el NBA 2k11. Tengo ganas de jugar, pero no tengo zapatillas y mi equipaciónes están en Lorca. Sucks. Lo echo de menos. Los entrenos, los partidos, los piques, los triples, los tapones, las líneas(algo menos), la camadería, el núcleo que se creó cuando jugabamos. Todo eso lo echo en falta. Disfrutar al fin y al cabo. Con más o menos minutos o con más o menos acierto en la pista. No sé si tendré el lujo de ir a jugar estando aquí algún día, si a mis colegas de master les va el baloncesto o qué, pero espero poder convencerlos/engañarles..

Como veis no cuento mucho sobre Granada. La vida sigue. Ya estoy (creo) totalmente acomodado a la vida en esta ciudad. A sus rutinas, al frío, al tumulto continuo de la gente, a la universidad y a los universitarios, al acento, a ser de fuera y sentirte dentro. Granada sigue su curso y yo ya bajo el rió montado en ella.

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