martes, 28 de junio de 2011

Dejarse llevar suena demasiado bien


Serpentean viajeros en la estación de autobuses a eso del mediodía. Número infinito tanto de bultos y maletas como de historias que contar, incluso puede que ese billete, sea una más. Transeuntes atónitos que alzan el cuello en Puerta Real y chismorrean cualquier cosa que no tiene que ver con lo que está pasando allí. Y es que hacía tanto tiempo que no entraba en una Iglesia...
Como un triste bolero de verano, como una historia ya contada, ya realizada y ya acabada. ¿Me puedo fiar de tus carteles que me advierten, o me dejarás llevar a la deriva una vez más? Con la eterna pregunta que ronda mi cabeza, de tu egoismo desdichado y malcriado. Cocinado a fuego lento. Como odio el bucle del olvido de esta ciudad que lo mismo me abraza, que me escupe en la cara, o me deja susurrarle a la nuca o me aparta de un manotazo.

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