sábado, 24 de marzo de 2012

Manual básico para fieles. Vol.3: El gris acabó con sus recuerdos


La noche que Paulo Coelho se disfrazó de referente del tarot, se vinieron abajo todos los matices y quedaron contestadas todas las preguntas. En aquel sitio era de noche y hacía bastante frío. Él cabalga unas aceras solitarias y tristes entre caras desconocidas que les pilla de sorpresa la vuelta prematura del invierno. Todo a media luz y sin color. A una gran distancia de aquí, el campo recupera al alba ya no solo el color, sino el olor del día a día. El verde más puro se despereza inundado una casita de campo ajena al grisáceo y mundanal ruido.

Todo se ha balanceado o se ha agitado como hacía ya tiempo que no lo hacía. El caso es, que poco a poco le vuelve a inundar la apatía y los recuerdos ya no son coloridos. No puede recordar los matices, el tono, la saturación de aquellas palabras que parecían recitadas por ángeles, de aquella sonrisa celestial, de los poros de su piel. El color gris va degradando en su cabeza los recuerdos más coloridos que jamás tuvo en su vida, esos que hubiera matado por conservar hasta en el lecho de muerte, esos que le empujaban a ponerse de pie un día tras otro. No hay fórmula posible para volver atrás o para volver a colorear los recuerdos. Son los que son y poco a poco se dirigen hacia el centro de un gran vórtice con destino a ninguna parte. Entonces llegará el tiempo, e inexorablemente le traerá el raciocinio y desgastará el sentimiento de cambio existencial que había en su interior.

Pero cada noche junto a su almohada trata de volver a colorear sus recuerdos como lo hace un niño pensando que los días de gloria no se han escapado. Y traza su pelo apretando bien los ojos. Y sus manos, sus labios y su piel. Hay tanto color que los primeros días le duelen los ojos y le funde las retinas. Pero a la mañana abre los ojos y le invade la frialdad. Y cada día, volverá a coger el lápiz verde de sus ojos y el azul cielo y con sus ojos bien cerrados volverá a trazar lo que ya nunca tendrá. Cuando dejemos de colorear nuestros recuerdos, esta vida dejará de tener sentido.

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