lunes, 21 de enero de 2013

Farewell to the fairground

Peligrosamente se acerca al borde del acantilado, dónde el gris del cielo invernal y la tierra húmeda se funden en uno. Es Enero y hace bastante frío. Este catarro venido a más no te deja apreciar bien aquellas vistas, pues como un púgil, la tos te golpea en ambos costados y te lanza un gancho de izquierda que remata tu maltrecho pecho. Aun así, ves el infinito del mar frente a tí, no a tus lados, ya que en ambas direcciones te amordaza la vista sendos cabos geográficos. El vidrio de tus ojos cruje ante el aire que viene desde el fondo del mediterráneo y el relente descubre los más recónditos lugares que tu abrigo no cubre. Por primera vez en mucho tiempo, el aire frío sopla y no hay refugio. Aún así, debes permanecer allí.
Con el paso de las horas y las primeras olas que chocan contra las piedras, se entumecen tus huesos, tus manos vibran y no consigues entrar en frío. Son los síntomas inequívocos, de no poder evitar lo inevitable.
Hay cosas que escapan a nuestro alcance. Y entonces es cuando te consume poco a poco la nostalgia, la preocupación y la madurez.


We'll head south
Just hold my hand now
I feel like i'm casting off my clothes
And i'm running through the snow towards the sunset
Where i'm always with you



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